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Alcazaba de Málaga
La alcazaba de Málaga (del árabe al-qaṣbah, قصبة, al qasbah, 'ciudadela') es una fortificación palaciega de la época islámica, construida sobre una anterior fortificación de origen fenicio-púnico.2 Se encuentra en las faldas del monte Gibralfaro, en una posición elevada pero contigua y unida al centro histórico de la ciudad, lo que constituía la antigua madina de Mālaqa, y en cuya cumbre se halla el Castillo de Gibralfaro.
Ocupaba el extremo oriental del desaparecido recinto amurallado de la ciudad, de manera que los frentes de mediodía, poniente y norte quedaban a intramuros. Su superficie actual de 15 000 metros cuadrados no alcanza ni siquiera la mitad del tamaño que poseía en su época de esplendor, como demuestran los planos históricos conservados.
Según el arquitecto restaurador, Leopoldo Torres Balbás, la Alcazaba de Málaga es el prototipo de la arquitectura militar del periodo taifa, siglo XI, con su doble recinto amurallado y gran cantidad de fortificaciones, siendo su único paralelo el castillo del Crac de los Caballeros, fortaleza levantada en Siria por los Cruzados entre los siglos XII y XIII.3
Este palacio-fortaleza es uno de los monumentos históricos de la ciudad, un espacio muy visitado por conjugar historia y belleza en un mismo recinto.
De época musulmana, está situada a los pies del monte Gibralfaro, donde se encuentra el castillo defensivo andalusí al que estaba unido por un pasillo resguardado por murallas llamado La Coracha; junto al Teatro romano de Málaga y frente al Palacio de la Aduana, es una oportunidad para ver en solo unos metros la unión de las culturas romana, andalusí y renacentista, lo que convierte a este rincón en un lugar muy especial.